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domingo, 24 de febrero de 2013

Trastorno Obsesivo Compulsivo de Justicia Social


El Metro de la Ciudad de México debe ser una especie de oráculo mágico o una herramienta  del Destino, pues muchas de las cosas raras que me pasan, suceden precisamente en los vagones de este transporte. Los vendedores ambulantes, las señoras racistas o la publicidad; todos ellos casi siempre tienen algo que aportarle a mi día, sea bueno o malo.

Y es que justamente el miércoles en la tarde que iba camino a la escuela, ocurrió que un hombre  con discapacidad (tenía inmóvil una pierna y usaba muletas)  se subió al vagón en el que me encontraba. Y casualmente, el asiento reservado para mujeres embarazadas, adultos mayores, personas con discapacidad, etc., estaba ocupado por un hombre muy corpulento que se hizo el dormido luego de que vio al hombre entrar al tren.

Así es el letrero de un asiento reservado
 en el Metro de la Ciudad de México
De haber ido sentado le hubiera cedido mi lugar, pero me encontraba parado justo enfrente del otro asiento reservado en el que viajaba una señora de edad avanzada ¿Y saben qué pasó? La señora se paró del asiento con la intensión de cederlo al señor con muletas, mientras todos los demás individuos se hacían de la vista gorda.

 Y vaya coincidencia, pues precisamente ese día era 20 de febrero “Día Mundial de la Justicia Social” y  que mi jefa me haya pedido buscar sobre él. Así que sin pensarlo dos veces y antes de que el señor tomara asiento dejando de pie a la amable dama, me dirigí al asiento reservado del amigo corpulento y le pedí de favor que se levantará. El tiempo se detuvo cuando el sujeto me miró con una cara de pocos amigos y me dijo cínicamente: “¿Por qué? Si todos somos iguales, ¿no? Quieren igualdad y luego se quejan”.  No me (inserte aquí una grosería).

No tengo que describir mi cara, los que me conocen la podrán imaginar. Lo único que le dije fue: “por favor, levántese, dele el lugar reservado a la señora y busque qué es la justicia social”; y  la verdad no sé si fue por la vergüenza que le dio o porque no me puse altanero con él, pero se paró del asiento y tan sólo llegamos a la estación, se bajó. Los demás pasajeros dejaron de ignorar lo que acababa de pasar, pues no todos los días ves que  un loco se ponga a levantar a las personas de sus asientos para dárselo a alguien más y muchos menos a una persona con discapacidad.

Me molesta sumamente la actitud de las personas, pues cómo es posible que si ves entrar a una persona que claramente no puede andar sin la ayuda de algún aparato; una mujer embarazada,; o un adulto mayor; etc.; no tengas la mínima capacidad de ceder tu lugar o ayudarles en alguna cuestión. Tampoco es que se les tenga que contemplar como seres frágiles o necesitados de ayuda ¡no!, pero por alguna razón hay un letrero que dice “reservado”.

Y reitero, no explicaré las causas, consecuencias, daños, etc., que causa o causó esto en la sociedad y/o en mi persona. Tampoco es que me sienta o crea alguna especie de buen samaritano, ni voy por la vida ayudando o defendiendo las causas sociales o a los individuos, como si fuera un superhéroe; no lo soy, no lo hago, no. Que me siento mejor conmigo mismo, sí. Y que hace falta educar a la gente, también lo creo.

 Finalmente, imagina por un momento que  te es difícil caminar debido a que, por alguna causa, una de tus piernas esta inmovilizada y que para moverte necesitas usa muletas o algún otro aparato que te lo permita. Ahora, imagina que necesitas usar el metro por alguna razón y que entras al vagón y todos te ignoran, incluso el amigo que está sentado en el asiento que se supone, estaría reservado para tu uso, ¿qué harías? Piensa en eso antes de dormir.

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