Ayer soñé que estaba
de pie frente mi cama y me veía a mí mismo dormir. Luego salía por la
puerta, caminaba por el pasillo, me detenía a escuchar ese ruido tan peculiar
que hace el tanque de oxígeno de mi abuela y me dirigía a la sala. Todo estaba
tal y como lo había dejado antes de irme a dormir: la computadora sobre la
mesa, junto al cuaderno dónde tomo las notas de todas mis clases, así como la
taza de café que no me terminé. Recuerdo que me acerqué a la ventana y que atravesé
el cristal.
Extrañamente no sentía que estuviera volando, era más la sensación como de
deslizarse en una resbaladilla boca abajo. Volando (o deslizándome) hacia el
cielo pude ver los techos de los edificios en donde vivo, así como las luces de
la ciudad y muchos automóviles, que desde el cielo parecían pequeños puntos de
colores en movimiento. Entonces, en mi sueño, escuché el sonido como de
tambores y al mirar a mi alrededor me encontré de pie, entre un grupo de
hombres que danzaban siguiendo la percusión. Estaba muy confundido, pues tenía
unos segundos que estaba flotando en lo alto del celo y ahora estaba en algún
lugar desconocido, rodeado de gente que no conocía. Sentí miedo y me quedé inmóvil;
sin embargo, ellos parecían no verme, por lo que pude caminar libremente y
alejarme del lugar.
Caminé a través de lo que parecía un bosque y llegué a un lago. Era tan
cristalino que podía ver las plantas y peces que lo habitaban. Pensé en tomar
un poco de agua y me agaché en la orilla; de repente escuché la risa de un
bebé, vi un resplandor y ¡pum! caí en el lago. Y entonces me asusté e intenté
nadar a la superficie; nadé y nadé pero la luz del sol estaba muy lejos.
Luego de un rato, después de sentirme estúpido por no haberme dado
cuenta de que no me estaba ahogando y podía estar debajo del agua sin
problemas, miré al rededor y vi a lo lejos una ciudad sumergida en el agua.
Nadé en esa dirección, y sentía correr el agua por mi cuerpo; era como estar en
una alberca. De la nada escuché que a lo lejos me llamaban. El llamado no
provenía de la ciudad sino de alguna parte por encima de mí. Volteé a la
superficie y entonces sentí un jalón, al tiempo que en mis oídos escuché un
sonido de succión; sólo pude cerrar los ojos con fuerza y dejarme llevar.
Di una bocanada de aire y abrí los ojos. Vi una cara y escuché "¡Omar, se te hace tarde!" Era mi madre. Me encontraba en mi
cuarto, en mi cama y no había ningún indicio de humedad o tierra en mis pies.
No sentí que desperté, sino que simplemente abrí mis ojos. Con la cabeza hecha
un montón de dudas me paré de la cama y fui a tomar un baño.
Ayer soñé que volaba,
que visitaba otras tierras y que respiraba en el fondo del mar. Yo digo que ayer
soñé, pero en el fondo sé que no fue un sueño.
Se llama viaje astral.
ResponderEliminarRecuerda cerrar todas las citas que empieces, como la qe mencionas de "¡Omar, se te hace tarde!".
ResponderEliminarSaludos.
¡Oh es cierto! Pero esta entrada si contó ¿verdad?
Eliminar