Al crecer, el cuerpo se va transformando y se van dejando atrás algunos
rasgos característicos de la niñez: comienza a salir vello en algunos
lados del cuerpo, se estiran las piernas, y cambia la voz. Este último es
precisamente uno de los cambios más relevantes y notorios en la vida de todo
chico; en mi caso el cambio no lo fue del todo. Mi voz, de la niñez a la
pubertad y de ahí a la adolescencia, pasó de sonar muy aguda a sonar
simplemente aguda (tampoco tengo “voz de pito”, como vulgarmente se le llama).
Esto me trajo mucho complejos y problemas con las personas de mí alrededor.
No faltó aquel que se burlara de mí por el tono de mi voz, ni el que me pusiera
apodos. Recuerdo una vez en la primaria cuando, estando en un ensayo del coro,
la profesora me dijo: "Ya quisieran muchos niños tener esa voz”. ¡Si
claro, cómo no! Qué fácil le resultaba decirme eso cuando no era ella a la que
molestaban los niños "trolls" del salón por su melodiosa voz aguda.
También me ha ahorrado algunas cuestiones demasiado molestas del
crecimiento ya que nunca tuve esos accidentes vocales llamados "gallos”. Tampoco
tengo problema con alcanzar tonos agudos de voz. Y aunque no me considero un
buen cantante (tampoco soy muy malo) me gusta cantar la mayor parte del tiempo,
ya sea solo, acompañado, caminando en la calle o en la soledad de mi casa. Mi
madre me contó que en una ocasión mis vecinas se quejaron de que “una de sus
hijas no dejaba de cantar nunca” y lo
gracioso que resultó explicar que no era hija sino hijo.
Muchos creen que utilizo un tono de voz agudo con el propósito de afeminar mis modos, lo cual es falso. Me gusta mi voz, como es y me divierto con ella. Con el paso de los
años y luego de muchas burlas y experiencias al respecto, aprendí a valorarla. A mis veintitrés años mi voz se ha agravado sólo un poco, pero no lo suficiente como para que al levantar el teléfono para
contestar o hacer una llamada, la gente al otro lado de la línea no me llame
señora, señorita, me confunda con mi madre o mis hermanas; antes me molestaba y
les aclaraba en un tono serio que era un chico, pero ahora ¿para qué molestarme
en desengañarlos? Sólo les sigo la corriente y ya.
Awww, yo amo tus tonos de voz.
ResponderEliminarMe gustó tu entrada, sobre todo porque la pude leer al revés (en el sentido de los párrafos) y excepto por detalles, tiene mucho sentido, de todas maneras.
Debrayes míos, I know.
Es verdad! XD
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